Este curso contaremos con la presencia de una persona muy especial. Es alguien que ha trabajado toda su vida con niños, dedicándoles sus mejores años y trasmitiéndoles toda su bondad y conocimientos.Ahora ya está retirada, pero en su merecido descanso, añora los años en que era docente y tenía una clase a su cargo. Vive de sus recuerdos y nada le haría más feliz que tener nuevamente contacto con los niños. Nosotros hemos decidido ser sus amigos y "adoptarla" como madrina de la clase. Ella nos escribirá sus cuentos, sus historias, sus recuerdos, nos enviará sus trabajos...y nosostros la contaremos lo que hacemos, nuestras ilusiones, nuestro ir y venir. Este blog será nuestra vía de comunicación. Todos estamos muy contentos y nos parece una gran idea. Por eso...
¡¡¡BIENVENIDA, ABEDUL!!!
TODOS ESTAMOS MUY CONTENTOS DE TENERTE COMO AMIGA
Y para tí, como obsequio de bienvenida, este cuento que Pilar ha escrito
"Abedul era un árbol pequeño, de hojas y flores menudas,que un día plantaron en medio del patio del colegio.
En los recreos, a los niños y niñas les gustaba trepar por sus ramas que se extendían acogedoras y se inclinaban hasta casi tocar el suelo.
El árbol proporcionaba alegría y felicidad a los niños, y sus hojas y flores resplandecían de entusiasmo cunado veía que éstos se acercaban.
Abedul vivió feliz en aquel colegio, muchos, muchos años. Allí creció, se hizo grande y robusto, y se convirtió en un magnífico ejemplar de árbol sabio al que toda la chiquillería acudía para recibir consejos y ratitos de distracción.
Pero ocurrió que, el arbolito se hizo tan grande y frondoso que ocupaba demasiado espacio en el patio, y a alguien se le ocurrió la triste idea de llevarlo a otro lugar.Un sitio más tranquilo en el que Abedul pudiera descansar de las risas y juegos de los niños.
Y así fue como una mañana, una terrible grúa lo arrancó de su "hogar" y se lo llevó al bosque, junto a otros árboles que como él habían crecido demasiado.
Desde entonces Abedul se vistió de soledad, y una a una se le fueron cayendo todas sus hojas, ahogadas por el aburrimiento y la tristeza
¡Ah, cómo echaba de menos a sus pequeños!
Para distraerse jugaba a imaginar historias, de piratas, de princesas, de duendes, de dragones, de hadas...y recordaba los gloriosos tiempos en los que se los podía contar a los niños.
Y así, entre el olvido y la fantasía, Abedul vivió una buena temporada, hasta que un día los niños del colegio fueron de excursión al bosque.
Cuando el Gran Árbol los vió no pido contener la emoción y comenzó a mover sus ramas desnudas para provocar sonidos y que los niños se fijaran en él. En pocos segundos, éstos hicieron un corro a su alrededor y sus caritas de asombro dejaron perplejo al arbolito.¡Sus pequeños le habían reconocido! Aunque no tuviera hojas ni flores, todos recordaban la experiencia de trepar por su tronco y de ver el mundo desde la altura de sus ramas. De repente uno de ellos palmoteó y todos le siguieron entusiasmados aplaudiendo con fuerza al amigo reencontrado.
A partir de aquel día, todas las tardes al salir del colegio, los niños y niñas iban a jugar con su amigo. Sus ramas desnudas se llenaron de mochilas, sudaderas, gorritas, libros, portátiles...Gracias a ello el árbol volvió a dar sombra, a cantar canciones y contar historias.Todas las que había tenido guardadas durante tanto tiempo de soledad. Su alegría y felicidad fueron tan grandes, que le brotaron nuevamente sus hojas, y al mes siguiente todas sus flores.
Cuenta la historia que Abedul siguió viviendo muchos, muchos años más, y que fueron gran cantidad de generaciones las que conoció y disfrutaron de su enorme sabiduría.